El estudio de diseño Industrial Facility, con sede en Londres, fue fundado en 2002 por la arquitecta Kim Colin y el diseñador industrial Sam Hecht. Kim y Sam decidieron asociarse tras acumular sendas exitosas carreras profesionales, trabajando tanto para grandes como para pequeñas empresas. Concibieron Industrial Facility para que fuera un despacho de dimensiones reducidas, que estableciera relaciones con clientes que cuentan con un profundo conocimiento de sus sectores y sus clientes, y que al mismo tiempo —y como cuestión también esencial— estuvieran dispuestos a asumir riesgos para respetar el carácter propio del diseño y la visión del diseñador.
“Nuestro proceso es comprender que es lo más adecuado para el momento en el que vivimos, para las personas que usan y conviven con los objetos que diseñamos, logrando el éxito comercial apropiado, manifiesta Hecht. “Queremos productos que perduren en el tiempo, de manera que debemos desafiar al cliente y crear innovaciones fundamentales que sean relevantes para la sociedad. Trabajamos con clientes que están preparados para innovar de forma auténtica y dispuestos a embarcarse con nosotros en una travesía que conlleva mucho diálogo y reflexión; adoptamos un enfoque minucioso y nos esforzamos por crear cosas que sean revolucionarias”.
Industrial Facility se asoció con Urbidermis Santa & Cole para diseñar las luminarias Slope y Tumbler, que Landscape Forms introdujo en el mercado norteamericano en 2019. Tumbler recibió el premio Red Dot 2020 al Diseño Urbano.
A partir de su monografía Industrial Facility y de una entrevista realizada en 2019 con Landscape Forms, Sam Hecht comparte las ideas de Industrial Facility sobre el diseño y el proceso de diseño del estudio.
Voy a describir nuestro estudio en Londres y el conjunto de diferentes ideas que seguimos. No tenemos un patrón ni un proceso fijo y definido, ni una metodología como tal. La mayor parte del trabajo que hacemos surge de conversaciones dentro del estudio, entre nosotros, y con las múltiples fábricas con las que trabajamos, nuestros clientes y sus compradores. No obstante, sí que coexisten diferentes líneas de pensamiento. Todas ellas convergen en un esfuerzo para hacer del diseño una fuente de satisfacción, placer y relevancia, de manera que nos complace ver cómo los productos fabricados se quedan durante mucho tiempo con nosotros y no acaban destruidos por pura frustración o tirados al poco tiempo.
El diseño debería ser invisible; no debe obstaculizar el uso, sino por el contrario garantizar que este sea agradable, desde su ubicación en una habitación hasta su relación con el entorno.
Cuando trabajamos con una empresa y desarrollamos un diseño, rara vez pensamos directamente en el producto. Pensamos en lo que lo rodea. En otras palabras, vamos mucho más allá del briefing, independientemente de lo que el cliente espere de nosotros, ya que esto es lo que dará al proyecto su fundamento, su finalidad.
Cuando Industrial Facility estaba diseñando las luminarias Tumbler y Slope en colaboración con Urbidermis Santa & Cole, Hecht y Colin se replantearon el carácter de la iluminación en un contexto más amplio. Sam explica: “Si hubiéramos diseñado Tumbler o Slope exclusivamente para el ser humano, entonces se suele empezar a tergiversar las características, influenciándolas con estilo y modas. En cambio, nuestro proceso es decir que el mundo puede ser mucho más sencillo que esto. La ciudad, los árboles y los bosques, los edificios, los coches, las calles y los pueblos, al igual que la propia gente, están todos en el mismo nivel. Todo tiene la misma importancia. Nosotros lo contemplamos desde una perspectiva plural. Diseñar de este modo nos permite tener en consideración la textura del pavimento, los edificios, la gente caminando, todos ellos elementos de igual importancia que, en conjunto, conforman la ciudad”.
El diseño no debería ser visto como algo temporal. Todos deberíamos experimentar una sensación de angustia si un objeto se rompe o si una parte se desgasta, y tratar de salvarlo por todos los medios.
Yo sería el primero en admitir que efectivamente nos gustan las cosas sencillas. La realidad de esta trayectoria es que no puedes ocultarte detrás de la simplicidad, ya que todo se muestra ante ti. Te ves obligado a encontrar la esencia del objeto o del proyecto, y este tiene que vivir por sí mismo a través de su simplicidad. Sin esta esencia, no sobrevivirá por mucho tiempo. A menudo, nos encontramos con productos en el mundo que son confusos, complicados, y tienen unas características que no necesitamos, que se interponen en el camino de esta esencia.
El camino a la simplicidad es a menudo caótico, lleno de bucles y vaivenes. La simplicidad no es una tendencia o un estilo; no puede aplicarse, sino simplemente trabajar para alcanzarla. Resulta un proceso arduo y laborioso, por el cual las cosas se hacen más simples y agradables al uso. La inversión de los recursos y el esfuerzo necesarios para lograr la simplicidad es tan alta que pocos productos alcanzan este criterio.
“Aunque las luminarias Slope y Tumbler parezcan simples y refinadas, requirieron mucho trabajo, reflexión y dedicación; fue un proyecto significativo. Todo se hace con cuidado y con constantemente amparo del diseño”.
Existe otro tipo de sostenibilidad (a nuestro juicio, infravalorado), que consiste en asegurarse que los productos tengan unas cualidades de longevidad y resistencia que justifiquen su fabricación y su distribución. Sabemos que, con el correcto equilibrio entre la calidad y el carácter, nos alegra, si existe la posibilidad, conservar estos productos con nosotros por más tiempo. Al fin y al cabo, esta es una forma de sostenibilidad mucho más ecológica y eficiente, ya que de este modo es probable que, si finalmente nos aburriéramos del objeto, otra persona pueda valorarlo o encontrarlo útil después de nosotros. ¿Qué sentido tiene diseñar para la sostenibilidad si el objeto no tiene una calidad duradera, frente a diseñar algo que no esté necesariamente concebido para responder al calificativo de sostenible, pero al que finalmente se le dé una mayor vida útil?
Parte de la responsabilidad de una empresa es actuar como promotora de la idea de que las cosas buenas deberían durar mucho tiempo. Debería haber una cultura de invertir en diseño; exigir a la idea una calidad que exceda lo material, de manera que las cosas producidas tengan una longevidad más allá de las modas, para mantenerlas en circulación.
“Para las líneas de iluminación Tumbler y Slope, la idea de longevidad es crucial, no solo en la elección de los materiales y el uso de la tecnología LED, sino también en el contexto del jardín, del aparcamiento, del campus y todos los entornos en los que podrán encontrarse. Pensar en todo esto —y no solamente en las lámparas en sí— nos ha permitido conseguir una armonía que evita que parezcan obsoletas”.